Para conocer la historia del Valle Salado de Añana hay que remontarse muchos siglos atrás, cuando la sal era conocida como el ‘oro blanco’. Este producto natural ha sido indispensable en la alimentación humana y animal a lo largo de la historia por su utilidad, ya que era uno de los métodos mas efectivos para preservar el buen estado de los alimentos. Es por eso que durante siglos ha sido común el surgimiento de poblamientos en torno a los lugares donde de forma natural surgían manantiales de salmuera.
Todo da comienzo en el período Triásico, entre 200 y 250 millones de años. Cuando todos los continentes estaban unidos formado un único continente llamado Pangea. En esa época la actual ubicación de Salinas de Añana se encontraba sumergida bajo un gran océano. La evaporación de las aguas provocó la deposición de grandes capas de evaporitas en su fondo, que luego fueron cubriéndose con otros estratos.
Existe un fenómeno geológico denominado diapiro, que es el que forma la sal en Añana. Consiste, a grandes rasgos, en la ascensión hacia la superficie terrestre de materiales más antiguos debido a su menor densidad. El agua de lluvia caída sobre el diapiro atraviesa primero los estratos superiores de roca y después las capas de sal, saliendo de nuevo a la superficie en forma de manantiales hipersalinos. En Añana estos manantiales de agua salada aportan un caudal medio de 2 litros por segundo, con una concentración salina de unos 210 gramos por litro.
La historia de la producción en el Valle Salado
El inicio de las labores de producción de sal en el Valle Salado de Añana se remontan a hace unos 7.000 años, aunque las investigaciones siguen todavía en curso. Durante la prehistoria el sistema productivo era muy distinto al que se usó posteriormente, ya que se basaba en la evaporización forzada mediante combustión al colocar ollas de salmuera sobre el fuego.
Fue en torno al año I a.c, hace unos 2.000 años, cuando se cambió el sistema de evaporización, que pasó a hacerse de manera natural, utilizando el sol y el viento. Aunque este método tenía unos costes elevados, implicaba multiplicar de manera exponencial la producción de sal.
La producción de sal se realiza mediante técnicas tradicionales y bajo unos parámetros de sostenibilidad y respeto por el paisaje
Para la extracción de la sal por evaporación solar, los salineros crearon un impactante paisaje formado por más de cuatro kilómetros de canalizaciones de madera. De esta forma conducen el agua salada desde los manantiales hasta los pozos y a las terrazas escalonadas, construidas con piedra, madera y arcilla, que soportan las eras donde se recoge la sal.
Las eras son plataformas llanas rodeadas por un pequeño borde a modo de piscinas de no más de 10 centímetros de fondo. En ellas se vierten pequeñas cantidades de agua salada que se deja secar al sol. Se remueven de vez en cuando, para evitar que la sal forme grandes bloques. La muera vertida se deja evaporando y posteriormente se almacena en los terrazos que hay bajo las eras, introduciéndola por unas aberturas denominadas boqueras.
Cada era tiene una superficie de entre doce y veinte metros cuadrados. Los grupos de eras trabajadas por un mismo propietario se denominan granjas. Estas se van adaptando a la compleja orografía del paisaje, dando lugar a las complejas figuras que ocupan el Valle Salado. En la actualidad hay recuperadas y en producción más de 2.000 eras.
La producción de sal se realiza mediante técnicas tradicionales y bajo unos parámetros de sostenibilidad y respeto por el paisaje, manteniendo los valores de autenticidad e integridad del Valle Salado. Esta apuesta por el respeto y la calidad hacen que la actividad salinera este dirigida a la producción de una sal natural, ecológica y de gran calidad. Por ello la Sal de Añana está considerada como una de las mejores del mundo.
Embajadores
Cocineros de importante prestigio internacional, que cuentan entre todos con decenas de estrellas Michelin, valoran la excelente calidad de la Sal de Añana y contribuyen a su promoción. También diversas escuelas de cocina, como es el caso del Basque Culinary Center. Entre los embajadores que aportan su colaboración desinteresada se encuentran reconocidos chefs como: Martín Berasategui, Joan Roca, Eneko Atxa, Pedro Subijana o Andoni L. Aduriz, entre muchos otros.
Fundación Valle Salado de Añana
El Valle Salado, gracias a la Fundación que gestiona su recuperación, se ha convertido en motor de dinamización económica del territorio, a través de diversas actuaciones. Entre ellas está por supuesto la producción de sal, pero también labores de investigación, desarrollo local y comarcal, turismo, gastronomía, etc.
Desde que en 1851 el Valle Salado exhibió con orgullo la Sal de Añana en la primera Exposición Universal Internacional celebrada en Londres, han sido muchos los reconocimientos internacionales, entre ellos el de Patrimonio Agrícola Mundial por la UNESCO.
El Valle Salado ofrece una amplia oferta de visitas y talleres, donde personas de todas las edades pueden disfrutar de este paisaje único y espectacular. Desde visitas para escolares, talleres salineros, visitas adaptadas e inclusivas, spa salino, etc.
Valle Salado de Añana.
Salinas de Añana. Araba / Álava.
Teléfono: 945 35 11 11.
Email: reservas@vallesalado.eus